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Al acabar de decir esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo untó al ciego en los ojos y le dijo:

―Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa: Enviado).

El ciego fue y se lavó, y al regresar ya veía.

Sus vecinos y los que antes lo habían visto pedir limosna decían: «¿No es este el que se sienta a pedir limosna?».

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